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N ° 04/2000

Buenos Aires, marzo 06 de 2000.-

OTRA VÍCTIMA DEL ESTADO

Por Gustavo del Torto.

En 1992, hice dos profundos cambios en mis hábitos. Me mude a La Horqueta  y volví a trabajar en el Centro, luego de varios años de trabajar en San Isidro.

Por tener un solo auto, me intereso conocer el servicio que me ofrecía un tal Víctor. Prometía, Trafic azul mediante, recogerme en la puerta de mi casa y llevarme hasta pleno Centro todos los días. Lo mismo haría a mi regreso.

Comencé a usar sus servicios, y para el año siguiente, Víctor ya disponía de varios horarios entre los que podía libremente elegir tanto mi ida como mi regreso desde el Centro.

No tenía mejores opciones, ya que el tren o el colectivo de línea distaban bastante de mi casa y utilizarlos insumía 30 minutos mas por cada viaje.

Gracias a la estabilidad, los créditos prendarios y el crecimiento económico, Víctor pudo asociarse con otros choferes, adquirir minibuses japoneses con aire acondicionado, música funcional y ofrecerme revistas y diarios para entretener mis idas y vueltas del trabajo.

El servicio siguió creciendo, cubría ya otros sectores de esta zona, lo cual me permitió seguir utilizándolo a pesar de mudarme dos veces, primero a Santa Rita y luego a Las Lomas.

El servicio fue haciéndose más y más eficiente, cubriendo las idas desde las 7 de la mañana hasta vueltas a las 23 hs, con un servicio cada media hora.

La comparación económica de usar el servicio era francamente favorable. Cada viaje costaba $3, y utilizando mi auto gastaría $ 2.40 solo en peajes. Con la nafta consumida en los 23 km. hasta el Centro superaba el importe del pasaje y dejo de lado los gastos de estacionamiento, seguro, amortizaciones, reparaciones, etc. Además no tenía que manejar, ni preocuparme por el tránsito, podía trabajar o leer durante el viaje, hablar por celular y hacer contacto con distinta gente.

Los pasajes, podían adquirirse mediante tarjeta de crédito, sin costo adicional.

Hasta Enero del 2000, el servicio se mantuvo en una escala ascendente de calidad y puntualidad.

Conjuntamente con el cambio del nuevo gobierno, la CNRT (Comisión Nacional de Regulación del Transporte) empezó una desproporcionada, feroz e inusitada persecución a este tipo de servicio. A Víctor le secuestraron 8 de sus 10 minibuses, pese a que contaba con las habilitaciones, seguros y demás exigencias establecidas por la misma autoridad.

El servicio, sufrió el impacto.

Víctor que había satisfecho la necesidad de sus usuarios, sufrió las consecuencias.

El 3 de febrero del 2000, Víctor murió de un infarto. Tenía solo 52 años.

Con él murió también una parte de la libre empresa.

 

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