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N ° 04/2000

Buenos Aires, marzo 06 de 2000.-

ORWELL SIEMPRE VUELVE

      Cuando en 1948 George Orwell invirtió los dos últimos dígitos para titular su inmortal obra “1984”, tal vez muchos pensaron que mostraba al totalitarismo hasta sus últimas consecuencias pero que nunca el estado podría disponer de tecnologías tales para manipular las mentes. Sin embargo el discurso del Presidente Fernando De la Rua al Congreso Nacional de la semana pasada demuestra como se persiste en intentar crear un modelo orwelliano del estado.

      Como siempre para los oficialistas fue un discurso que resulto “muy importante” y para la oposición por lo general resulto vacío de contenidos y voluntarista. Para el periodismo los titulares fueron mesurados o elogiosos, y hasta remarcaron los pasajes más aplaudidos del discurso.

      Sin embargo lo real del discurso es que los ciudadanos necesitarían de un traductor para comprenderlo, igual que a los periodistas que por escrito u oralmente lo relataron. Y es ahí donde entramos a como George Orwell vuelve a nuestras vidas, ya no como una novela pesimista sobre la libertad sino como una promesa gubernamental.

      Sumando a dicho discurso y otros titulares quisiera hacer un ejercicio intelectual sobre algunas de las promesas.

Mensaje y traducción para el argentino desprevenido (que todavía quedan)

 

MENSAJE

LO QUE NOS VA A PASAR EN REALIDAD

Mensaje conciliador de De la Rua (Título de La Nación)

Estoy arreglando con los sindicatos y el justicialismo. Ustedes van a pagar la fiesta.

“cuando todos paguemos los impuestos voy a bajar los impuestos”

NO VAN A BAJAR LOS IMPUESTOS JAMÁS

“Voy a recaudar. Necesito la plata”

Va a sacarnos el dinero a los ciudadanos (nosotros) como sea.

“hemos de construir, desde ahora mismo, un portal de la educación de la Internet o la intranet educativa nacional; con adecuada ingeniería pedagógica”

Van a intentar manipular y dirigir las cabezas de nuestros hijos.

 

      Con motivo de la resolución del Tribunal Oral en lo Económico N°2, por la cual dispuso la excarcelación de Omar Fassi Lavalle, en La Nación se publico que “El Presidente se disgusto por un fallo”. Entonces el Ministro de Injusticias y Abusos Humanos (para darle el nombre que Orwell hubiera escrito), Dr. Ricardo Gil Lavedra (y también ex juez de cámara penal) se encargó de transmitir ese disgusto a través de intermediarios.

      Para mayor claridad el asesor del Ministro de Injusticias que actuo como fuente agregó: “el Presidente está enojado; no puede tener peor suerte”.

      Esta actitud de presionar a jueces no es precisamente ni democrática, ni republicana. Pero lo orwelliano del tema es que tanto el gobierno como el diario la publican como una actitud para aplaudir al presidente y denostar a los jueces.

      Al igual que en los casos anteriores se trata de manipular las mentes y mostrar una imagen “políticamente correcta” de un gobierno que quiere perseguir objetivos supuestamente éticos, cuando está haciendo todo lo contrario.

      El mensaje presidencial, igual que su defensa del impuestazo, más que ser conciliador es una clara advertencia del poder a los ciudadanos que quieran pensar y vivir libremente. Es una amenaza a nuestro patrimonio por la siempre remanida “cuestión de estado” que son aquellas con las cuales se han de justificar los atropellos a los derechos y libertades, que nuestra Constitución garantiza y los gobiernos atropellan.

      Que el Presidente se enoje por un fallo judicial y envie emisarios a presionar a los jueces dio lugar al caso Watergate en los EEUU y a la posterior renuncia de Richard Nixon. Es un atropello a la independencia del poder judicial.

      Que lo haga un Ministro que ejerce la cartera de “justicia y derechos humanos” es como el “Ministerio de la Paz” en 1984 cuya misión es hacer la guerra, y esa alteración de los contenidos de las palabras permite manipular a los pueblos.

      E estado que ha fracasado en el manejo del petróleo, los teléfonos, de la justicia y la seguridad, y obviamente de la educación que ha monopolizado sin justificación moral, ni política alguna, pretende ahora usar las modernas tecnologías para manipular y uniformar las mentes de todos los niños que vayan a escuelas. Es hora de quitarle al estado el monopolio, y hasta su participación en la educación, y mucho más importante evitar la concreción del proyecto enunciado en el discurso al Congreso Nacional por De la Rua.

      Queda el aliento que estos socialistas que pretenden manejar las ideas y tecnologías para uniformarnos van a ser derrotados porque existen pocos ámbitos más libres que Internet. Ellos creen que nos vamos a quedar en su portal, tengo la fundada esperanza que el conocimiento y la libertad de navegación propia de la Internet sean su Caballo de Troya, de donde bajarán legiones de hombres con ideas libres para sacudir el paternalismo de nuestros gobernantes.

 

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