N ° 03/2000
Buenos Aires, febrero 28 de 2000.-
La política norteamericana luego del “sexgate” de Bill Clinton y Mónica Lewinsky dio letra a Hollywood para producir una película que muestra como se manipula la información y se inventan conflictos, enemigos o los malos para tapar las conductas de muchos gobiernos, para ganar votos, etc.
Los argentinos tuvimos algunos ejemplos de esas prácticas y ahora parece que vamos por el camino de usarlas profesionalmente. En la campaña electoral de 1983 Alfonsín se encargó de divulgar un “pacto sindical-militar” por el cual el Justicialismo “perdonaría” los excesos de la represión antisubversiva, etc. Los radicales alfonsinistas usaron el supuesto pacto sindical-militar sin importarles que el verdadero autor de la teoría fuera el periodista Jesús Iglesias Rouco a quien odiaban por ser de derecha.
En 1985 una campaña de “atentados con bombas” a comités radicales dio lugar a la detención de 12 periodistas y militares por Decreto Presidencial. El abuso de autoridad fue “remediado” con declarando el estado de sitio 48 horas más tarde. Jamás se volvió a saber nada del “complot contra la democracia” y los 12 acusados recuperaron su libertad sin proceso alguno.
Los ideólogos de tales acciones, entre otras, trabajaban en un grupo llamado Esmeralda, ya que las oficinas donde se reunían políticos, semiologos, comunicadores, encuestadores, etc. estaban en esa calle.
En esta nueva etapa el numen de estas maniobras es un norteamericano conocido por mantener diálogos con el presidente Clinton desde la cama junto a prostitutas, de montar campañas para desprestigiar al fiscal Kenneth Starr que debía investigar el sexgate, a los senadores que presionaban por la investigación de la estafa de Whitewater, etc. El nombre de este “consultor” político especialista en campañas negativas es Dick Morris.
Los argentinos no conocemos, ni estamos muy acostumbrados a la “amoralidad” de la que son capaces este tipo de expertos, por eso la película Mentiras que matan puede parecernos muy fantasiosa, que lo es en los detalles pero no en lo esencial.
Siguiendo esa idea y reuniendo alguna información resulta claro que Dick Morris y algunos expertos del Grupo Esmeralda, más algunos jóvenes nuevos, necesarios para tener el calor presidencial, están dedicados a las campañas negativas sobre cualquiera, y en especial sobre dirigentes o ex funcionarios del gobierno de Carlos Menem.
Caso Kreckler: La difusión parcial de un cable secreto de la Cancillería por el cual el entonces embajador Kreckler reproducía afirmaciones de Simón Wiessentahl según las cuales el caudillo político Heider no era un nazi sino un demagogo populista de derecha fue utilizada para remover al embajador.
Más allá de la cuestión acerca de Heider y la doble moral de los socialistas e izquierdistas, la difusión parcial del cable de Kreckler y que haya sido a través de un diario que subsiste porque muchos jueces (temerosos de alguna “campaña) no terminan de resolver las numerosas demandas por daño moral emergente de innumerables calumnias e injurias, y la posterior remoción de Kreckler fueron una maniobra política muy bien urdida para recuperar votos judíos.
Ni a Dick Morris, ni al gobierno les importo de verdad si Heider es nazi o un peligro para la democracia de Austria. Lo que Morris advirtió es que podrían conseguir más votos de la comunidad judía con esta maniobra. Así alguien difundió con toda premeditación el cable del embajador Kreckler y luego el “gobierno” actúo con firmeza y removió al embajador.
No les importa si arruinan la carrera profesional del embajador, ni que su abuelo y un tío abuelo hayan sido asesinados por los nazis durante el gobierno de Hitler, tampoco los intereses argentinos, les importaba el show para conseguir votos judíos que estaban perdiendo.
Prueba de ello es que ante un golpe de estado en Ecuador durante el mismo mes de enero proclamaron la doctrina de “no-intervención” en los asuntos internos de otros países. En Austria un gobierno democráticamente elegido y de coalición los lleva a una conducta distinta.
Caso Felgueras: Morris habría advertido que Cecilia Felgueras solo estaba dando palos de ciega luego de la mentirosa denuncia de las 500 llamadas telefónicas a Suiza que le imputó a Víctor Alderete.
La cuestión no es menor en la estrategia del gobierno de mostrarse combatiendo la “corrupción”. Hasta ahora las reiteradas denuncias contra Alderete han resultado inconsistentes sin lograr ninguna de ellas alguna condena judicial.
La estrategia comunicacional es tan buena que atacar a Felgueras, o cualquier cosa que se diga sobre el Pami parece mostrar a quien la haga como defendiendo a Alderete, a quien los medios “políticamente correctos” ya condenaron y lincharon.
No se trata de compartir la posición política de Alderete y su relación con el ex presidente Carlos Menem, se trata de una cuestión del principio de inocencia por el cual nadie es culpable hasta que un juez, basado en una ley previa y la culpa del imputado, así lo resuelva mediante una sentencia.
Hace dos semanas ante una crítica a Cecilia Felgueras algunos me enviaron mails en tal sentido. Recordé como al principio de la administración Menem criticar algo parecía ser una defensa del radicalismo. La luna de miel política parece llevar a justificar cosas que a otros no se perdona.
Hasta donde sé, a la primera denuncia que se le hizo por los contratos con las gerenciadoras, lo que Alderete hizo en forma inmediata fue autodenunciar todos los demás contratos. Si había delitos, ¿porqué autodenunciar los demás contratos?
Como bien es sabido justicia lenta, no es justicia. La autodenuncia que se hicieran Alderete y el directorio del Pami sigue sin resolverse.
Por eso ante los palos a ciegas de Felgueras, Morris organizo algún ataque a fondo contra Alderete. La idea es rescatar la imagen de Felgueras y reforzarla por la elección del “jefe de gobierno ”porteño".
Así organizaron una denuncia por asociación ilícita contra Alderete que como presunto jefe de ella, les permitiría ponerlo preso. Pero excluyeron expresamente de entre los denunciados a los demás directores del Pami. Dos ellos elegidos por la CGT y que para evitarse una discusión al intervenir el Pami fueron designados “subinterventores”.
Según el ex juez José Massoni a cargo de la “Oficina Anticorrupción” los directores aprobaban todo solo como una “formalidad”. Razón por la cual no se los considera parte de la asociación ilícita, ni de haber incumplido sus deberes como funcionarios “públicos”, ni de ninguna otra conducta reprochable. Amañada argumentación para justificar una denuncia injustificable y excluir a quienes tomaban las decisiones buscando incriminar al “chivo expiatorio” y a los gerentes en calidad de “perejiles”.
No quiero aburrir con detalles jurídicos, pero para existir asociación ilícita ante todo habría que probar los delitos cometidos, de lo cual la denuncia nada dice. El delito es además dirigido a combatir bandas de asaltantes y mafias, y no se puede considerar tal a un grupo de personas que ocupan cargos de una administración por ocuparlos. Desde el punto de vista legal tengo claro que esta denuncia no tiene sustento jurídico razonable, pero como no hay pan nos quieren dar el circo.
Otra cuestión es que uno de los tres interventores designados, Rodríguez Larreta como Subsecretario de Promoción Social durante el gobierno de Carlos Menem contrató a las mismas empresas que el Pami y por los mismos precios, siempre algunos días que el Pami había logrado reducciones de precios. Si las empresas son fantasmas, los contratos son para “robar” al Pami ¿Cómo explican haber designado a Rodríguez Larreta entre sus interventores?
Según la denuncia la licitación (que por cierto fue bien pública) de las redes prestacionales era el corolario del vaciamiento del Pami. Extrañamente Ricardo Entelman el Subsecretario de Relaciones Institucionales de Terragno y ex Secretario Legal y Técnico de Alfonsín fue uno de los Estudios de Abogados contratados por el Pami para preparar esos pliegos.
Entelman se apuro a aclarar que solo había sido contratado en una licitación realizada por el Pami con acuerdo del Banco Mundial como consultor externo y para “dar transparencia” a los pliegos y al proceso de licitación de aquellas redes. Por ese contrato el estudio de Ricardo Entelman cobro U$ 800.000. Extrañamente para José Massoni esto no se toma en cuenta.
Si la contratación de las redes era el corolario de la asociación ilícita como sostiene Massoni el gobierno debería explicar como mantiene como subinterventores a quienes como directores del Pami aprobaron esa contratación (y todas las otras), como el Dr. Ricardo Entelman quien avaló esos pliegos y licitación puede formar parte del gobierno.
Pero no van a explicarlo porque se trata de propaganda política, de usar la persecución judicial para hacer propaganda. Por eso se puede denunciar a unos y darle cargos a quienes (si la denuncia fuera verdad) serían cómplices, o al menos idiotas útiles, y por lo tanto incapaces de ocupar cargos públicos. Claro que no se trata de la verdad, sino de lo verosímil para con fundir al pueblo.
Esta semana el impuestazo impactará en forma directa en más de tres millones de trabajadores con relación de dependencia. Me temo que también algunos creativos del gobierno pretendan tapar el cielo con sus manos y para ello harán alguna nueva denuncia espectacular. Preferentemente contra algún dirigente que provenga del liberalismo aliado al gobierno de Carlos Menem, porque si hubo corrupción, los justicialistas no tuvieron nada que ver (o en otras palabras necesitamos acordar con ellos en el Congreso y no queremos enojarlos), ni aquellas palabras de Chacho Alvarez antes de la interna de la Alianza cuando dijo que el Gobierno de la Ciudad era una cueva de ladrones merecen investigación.
En estos ataques también se esconde la voluntad de desprestigiar a las ideas liberales y capitalistas, se trata de asociar el llamado “modelo” con la corrupción. De haber existido delitos las culpas son de sus autores, porque el llamado “modelo” para ser liberal le falta mucho, y el desempleo, la falta de inversión son consecuencia de la intervención del estado y de un modelo que todavía tiene más de socialismo y dirigismo que de liberal.
Dick Morris y su estilo traen un nuevo estilo de hacer política, donde no importa la verdad, ni la legalidad, sino ganar el consenso de los votantes. Imagino que en cuatro años veremos muchos capítulos más de “mentiras que matan” en nuestra política.