N ° 03/2000
Buenos Aires, febrero 28 de 2000.-
Hace pocos años un hombre en Holanda visita a su confesor y le dice:
Padre debo confesarle algo terrible, durante la Segunda Guerra Mundial le dí refugio en mí sotano a dos judíos que perseguían los nazis........
Hijo ha sido muy valerosa tu conducta, no veo nada de malo en ella –dice perplejo el sacerdote que no ve pecado en la confesión-
Pero Padre sucede que les cobre por ello 20 guldens por cada semana a cada uno, confiesa el hombre
-Bueno hijo, tal vez no sea algo de lo que puedas sentirte orgulloso, pero era una buena causa –afirma el sacerdote
-Padre, ¿Y Ud. cree que ya puedo avisarles que la guerra terminó?