N ° 8/2006 - Año 7º
Buenos Aires, junio 14 de 2006.-
El Führer Kirchner y su Reichkommisar Nilda Garre, así como muchos de sus colaboradores salieron a reclamar “obediencia debida” de los oficiales de las FFAA luego del acto de conmemoración del nacimiento del día del Ejército Argentino. Reclamaron eso a los mismos oficiales que el Führer les dijo que “no les tengo miedo”.
Más allá de la hipocresía de reclamar una subordinación y silencio total, en suma una obediencia debida que se les niega a quienes cumplieron órdenes hace más de 30 años de aniquilar y exterminar a la subversión, es bueno advertir la f9orma engañosa en que el periodismo trata estos temas.
No debe extrañarnos que los Kunkel, Verbistky, Garre, Dante Gullo, etc. pretendan cambiar la historia, difamen y mientan. Eso hacían en los setenta para justificarse cuando mataban inocentes y declararon la guerra a la república constitucional. Pero de quienes fungen de periodistas, pensadores, historiadores podemos reclamar algo distinto en el tratamiento de los hechos.
En primer lugar el acto en plaza San Martín del día 24 de mayo no reivindico ningún terrorismo de estado, ni ningún delito de lesa humanidad, solo rindió homenaje a las víctimas del terrorismo. Entre los asistentes que hoy son perseguidos por haber estado en dicho acto con sus uniformes, se encuentra un joven oficial de apellido Lucioni cuyo padre fue asesinado por los terroristas montoneros. Otro es el Teniente Coronel (re) Emilio Nani, que perdió un ojo en el combate contra los terroristas del MTP (castro comunistas y sandinistas) para recuperar el Regimiento de La Tablada. Por su actuación fue condecorado por el entonces Presidente Raúl Ricardo Alfonsín.
El otro caso interesante de contraponer es la difusión que hace dos meses dieron muchos de estos progres locales a una carta que firmaron seis generales norteamericanos, quienes criticaban la conducción de la guerra en Irak que lleva el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld y el Presidente de los EEUU, George W. Bush.
Los periodistas y pensadores progres, los mismos que celebran a esta tiranía kirchnerista, salieron a sumarse a las críticas de esos seis generales, sin que por un instante les haya parecido incorrecto que esos generales critiquen a sus jefes civiles y constitucionales en plena guerra.
Dicho de otra forma, si critican a George Bush, o a un gobierno republicano, norteamericano está todo bien. Si en Argentina un oficial rinde homenaje a un camarada víctima de los enemigos (declarados tales por el gobierno constitucional) se condena esa actitud, se tergiversa.
En el Tercer Reich, en la URSS, en la Cuba de Fidel Castro, la China de Mao Tse Tung, etc. se castigo con todo rigor a cualquier oficial que expresara un disenso o idea distinta de las que tenían sus tiranos. En nuestra Argentina kirchnerista se imita esos ejemplos. Es más solo parece admisible homenajear a las que se consideren víctimas del “partido”, no de la Nación toda.
En los EEUU ese gobierno que nos viven presentando como imperialista, atropellador de los derechos humanos y autoritario ninguno de los 7.000 oficiales superiores en retiro de sus FFAA está obligado a callar sus ideas, disensos con el poder, pueden hacer política partidaria y expresar sus ideas sin tener que pedir permiso a su comandante en jefe.
Es cierto que modernamente existen dos modelos de conducción de las FFAA. Uno él de los Stalin, Hitler, Chávez, Fidel Casto, Pol Pot y Kirchner, obediencia (sumisión) debida y silencio de los oficiales aun cuando ya estén retirados. El otro, él de las democracias más consolidadas, abiertas y exitosas, es decir él norteamericano e inglés tratando a sus oficiales como ciudadanos, con derecho a tener sus opiniones políticas y hasta militares distintas de sus jefes, y permitiendo que las expresen.
A la hora de analizar la conducta de nuestros periodistas y pensadores sería bueno exigirles que siempre usen el mismo estándar moral para sus juicios, y que de una buena vez dejen su antinorteamericanismo (y también su obsecuencia al gobierno de Kirchner) así tenemos una república y una democracia de verdad, que incluya a todos nuestros ciudadanos.
Lo otro, el modelo K, es él de los grandes genocidas del Siglo XX y XXI. De esos paso.