N ° 7/2006 - Año 7º
Buenos Aires, mayo 26 de 2006.-
Para conocer las características del gobierno nacional, es importante conocer lo que sucede en la provincia de Santa Cruz que gobierna como si fuera su estancia. Otro programa se ha levantado del aire lo que expone que ni siquiera allí, luego de 14 años de autoritarismo se siente seguro si existe una voz independiente.
En Santa Cruz existen 2 radios AM (con alcance en todo el territorio provincial) una LU14 del gobierno, y LU12, privada. Quedaba un único programa que podríamos calificar “independiente” (solo porque reflejaba algo más que la monocorde información de los medios oficiales). El gobierno ordenó levantar ese programa 2 de mayo, día de la libertad de expresión. Una buena forma de enseñarnos que entiende Kirchner por libertad de expresión.
La nota es además un testimonio de la corrupta conducta en que el dinero público se utiliza en Santa Cruz, provincia que debemos recordar todos recibe un índice de beneficio de la recaudación de impuestos del resto del país. No solo malversan el dinero público, sino que además reciben más dinero para sus abusos.
Acompaño la nota hecha por Héctor Barabino, conductor de “Séptimo Día”, programa que estuvo en el aire poco más de 9 años, y al que pudieron acudir las personas o sectores en lucha, los vecinos quejosos y todos aquellos que pensaban distinto de la corriente oficialista.
Censura UNA RUPTURA DIGNA
Siempre pensé que cuando se terminara Séptimo Día no iba a tener otro sentimiento, además del lógico extrañamiento, que el de un inmenso GRACIAS a LU 12 por haberme bancado tantos años.
Aún cuando se podía prever un final como el que sucedió, abrupto y por presiones del gobierno.
La comunicación por parte de los directivos de la radio fue escueta y sin ocultamientos “el programa se tiene que levantar porque si no el gobierno retira toda la publicidad oficial”
“Lo entiendo perfectamente” le dije, e interiormente agradecía el gesto de que no haya pretendido engañarme con excusas deleznables so pretexto de salvar la situación y que la empresa no aparezca censurando un programa o un periodista por imposición de terceros invisibles.
Porque el esquema perverso del gobierno incluye que la victima del apriete sea quien además deba rendir cuentas, poner la cara, dar las excusas. Es decir justificar su propio crimen. “No fue homicidio, fue suicidio”.
Mientras tanto él (el gobierno) mira para otro lado.
“No estoy interiorizado, no sé de qué me habla” le dijo un funcionario a la producción de Nelson Castro. El mismo funcionario que personalmente se encargó de apretar a la radio, persuadiendo al director del diario, con propuestas que no se pueden rechazar.
Lo cierto es que fuimos breves. La radio y yo. Respetuosos de la relación (excelente) que mantuvimos durante 9 años. Solamente en una ocasión la propietaria me llamó a su oficina para decirme que evitáramos las críticas al Tusy Peña porque eran parientes y había amenazado con tomar represalias judiciales.
La charla de anuncio y despedida se prolongó por casi una hora durante la cual hablamos del difícil contexto en el cual se desenvuelve la prensa en Santa Cruz. Ella como empresaria y yo como periodista. Así es que –no se como- terminamos hablando de “la caída” la película que relata los últimos momentos de Hitler.
Una conversación amable entre dos personas respetuosas el uno del otro, con la razón y los sentimientos a flor de piel. Como debe ser. Ni una palabra de menos, ni una pregunta de más. Creo que fue la mejor ruptura que me ha sucedido en la vida vivida.
Los dos sabíamos que el otro sabía que el 1ro de mayo el diario La Opinión se había quedado sin publicidad oficial. Porque en realidad es el diario el que ingresa los avisos del gobierno y de allí se sostiene la radio.
Nunca entendí porque la empresa no equilibra este esquema que hace que LU 12 con el prestigio y el impacto que tiene en la gente aparezca como una hija adoptiva débil, desvalida, y mantenida. (¿Simplemente porque al gobierno se le ocurre que la publicidad oficial se mide solamente en centímetros de papel?)
Como tampoco entendí porque la radio y el diario no producen una agenda única de información.
En realidad creo que entiendo algunas cosas.
Hace tiempo (años) que el diario no tiene dirección, ni editorial, ni contenidos propios. Está colonizado por el gobierno que supo sembrar el huevo de la serpiente en el medio gráfico mas importante de la provincia, LA OPINION AUSTRAL –no me olvido que fue en sus páginas adonde juntaba trabajosamente mis primeras letras formando inentendibles palabras que mi madre se encargaba de completar con más entusiasmo maternal que convicción por mis escasos adelantos escolares.
Algún día tenía que poder contarle a mucha gente que alcancé a escribir el comentario de los domingos en reemplazo del por entonces convaleciente Mario Pichón Brigando, el ultimo periodista de opinión comprometida que leí en los diarios de la provincia – pero que mi trabajo no se publicó porque Raúl Segovia que desde su lecho de enfermo aún controlaba la calidad de su publicación no admitió que un desconocido para él hurgara en su diario. Así me lo hizo saber sobriamente Rody Rodríguez.
La dueña sabía que no pedía pedirme condiciones para seguir, ni yo que la empresa se inmole en aras de la libertad de expresión y demás exquisiteces para los tiempos que corren. Para atrás.
Por eso Fue un acuerdo mutuo que las partes comprendíamos pero no compartíamos. Y aquí manda la condición humana y su saludable incoherencia
Ni siquiera le pedí hacer un ultimo programa para “despedirme de la audiencia” No se si me lo hubieran permitido. De todas maneras no sentía que debía hacerlo.
Primero porque de la audiencia no me voy a despedir nunca porque somos una sociedad incondicional, y luego porque en materia de rupturas, en esas particulares circunstancias de hipersensibilidad explicita todo lo que uno dice suele ser usado en su contra
Además, el diálogo entre Maria Eugenia y yo no permitía disgresiones.
Ella toda una dama y yo todo un caballero. Como transplantados de otro mundo. De una sociedad adulta y armoniosa en donde se crece a partir de reglas de juego claras y adonde los intereses en pugna no van mas allá de las disputas superadoras.
Pero estábamos en la argentina. En Santa Cruz, en la provincia que creció y se devaluó en 50 años alcanzando niveles superlativos de precariedad. En la provincia mas rica del país con menos densidad demográfica, y mucho menos capacidad dirigencias.
En la Santa Cruz que en los últimos años vio avasallada su constitución, La justicia, los sistemas electorales, los contralores del estado, los derechos civiles, la calidad de la administración que terminó reducido a un enorme depósito de clientelismo y corrupción, y en ese cultivo contaminante, por supuesto amordazada la prensa, y los periodistas. Aunque habría que decir, comprada la prensa y los periodistas comprables.
Seguramente no es difícil imaginar que a pocos metros de ese ámbito, el enorme despacho del Sr. Segovia, que enmarcaba una ruptura digna, en un clima de digna derrota para todos; los verdaderos autores del grosero atentado que dejó como saldo un programa menos pero con muchos sobrevivientes, festejaban, en Mónaco o el Británico con sus wiskhys agrios y berretas ebrios de inconsciencia, un nuevo pequeño triunfo, pasajero triunfo indigno triunfo.
Convencidos de que habían levantado un simple programa de radio cuando en realidad lo que hicieron fue cerrar uno de los últimos canales de expresión que tenía una gran parte de la sociedad seguramente minoritaria, calificada y críticamente minoritaria.
Sin voz en LU 12 en los mediodías del sábado se quedaron los jubilados, los empleados públicos no aborregados, los docentes coaccionados, los mineros explotados, los petroleros engañados, angelito negro Gonzáles, el procurador desplazado hace una década, Eduardo Sosa, la oposición residual y la critica, las vecinas quejosas por los baches y la basura que a veces abundan mas que el agua potable y la energía de servicios públicos, las organizaciones de derechos humanos, y las victimas adonde se encuentren de un sistema hegemónico de naturaleza insaciable.
Simples ciudadanos que buscan mejorar diariamente ellos, estudiando, trabajando, construyendo, para que todos vivamos mejor, en una sociedad libre y más razonablemente justa.
Aunque del otro lado, en las sombras, sigan operando los personeros de siempre en procura del enriquecimiento personal en detrimento del resto de la sociedad, jugando nada inocentemente a eso que ellos llaman con peligroso desconocimiento “hacer política”.
Nosotros mientras tanto nos encontraremos en nuestro próximo Programa.
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