N ° 6/2006 - Año 7º
Buenos Aires, mayo 12 de 2006.-
No es un dato menor que Fidel Castro sea el tirano de mayor duración en la historia, y uno de los más brutales. La permanencia en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU de la Cuba castrista no es más que otra demostración de la real hipocresía de esa organización multilateral.
Financiados en su época por la Unión Soviética y hoy por el alto precio del petróleo venezolano los tiranos Castro y Chávez buscan expandir su eje del mal, su socialismo nacional en Sudamérica. Han reclutado a Evo Morales en Bolivia y financian a muchos otros agentes a lo largo y ancho de todo el continente.
Para los “socialistas, progresistas, indigenistas, castristas y chavistas” las FF.AA. de las naciones de Sudamérica no deben intervenir en conflictos internos, no deben actuar contra el terrorismo, ni contra las guerrillas, ni contra el narcotráfico. En Argentina de la mano de sus agentes Horacio Verbistky, Miguel Bonasso, Nilda Garre y Marcelo Saín, entre otros ya estamos camino de hacer que ni el control del tráfico aéreo y marítimo.
Cada uno de esos tiranos sí crea sus “milicias populares”, policías políticas y utiliza sus FF.AA. para someter a sus adversarios políticos internos. E inclusive a los empresarios.
La doctrina que expanden para los otros es solo para asegurarse la indefensión de los estados que pretenden tomar por asalto. Han abandonado la estrategia de los 60 y 70 de utilizar fuerzas guerrilleras y terroristas, hoy sus “quislings” se encubren en el periodismo, los partidos políticos, las ONG y agrupaciones ecologistas e indigenistas. Todas al servicio de destruir y obstruir el desarrollo y progreso que el capitalismo y la libre empresa producen.
La “estatización” del petróleo y el gas que realizo Evo Morales por “decreto supremo” (ni se toman el trabajo de disimular su autoritarismo) fue hasta saludada por muchos de los agentes del castro-chavismo en nuestros países como un acto de soberanía popular del nuevo tirano boliviano. A ninguno de todos estos alegres progresistas les pareció mal que Evo Morales desnudara la naturaleza tiránica de la estatización con la “ocupación militar” de refinerías y campos de explotación.
Es que para estos socialistas la empresa privada es un enemigo contra quien sí se pueden usar los ejércitos, no contra las guerrillas terroristas, pero sí contra empresas que invierten, dan empleo y pagan impuestos. Para los miembros del eje del mal latinoamericano es un acto legítimo y bélico. Ellos siguen la doctrina de Lenin, según la cual “la política es al continuación de la guerra por otros medios”. Por eso les resulta natural que uno de los tiranos que integra este eje del mal use al ejército para “ocupar empresas”.
Si eso no es estar en guerra contra la libre empresa, si eso no es dejar expuesto claramente quienes son los violentos y como las empresas no son esos “monstruos avariciosos” sino las víctimas de la perversa conjunción del socialismo nacional populista con mecanismos democráticos, no es porque estemos mirando otro canal, sino porque no queremos ver lo que son los Fidel Castro, los Hugo Chávez y los Evo Morales, los tiranos estalinistas o hitleristas del socialismo latinoamericano.
No solo la estatización del gas y petróleo en Bolivia es un atropello al derecho de propiedad, que es nada menos que uno de los más importantes límites al poder estatal, sino que en sus formas desnuda claramente que el peor buitre de la economía es el Estado, que este eje del latinoamericano del mal le ha declarado la guerra a sus ciudadanos, trabajadores y empresarios, y no vacila en utilizar a los ejércitos para someterlos a su tiranía.