N ° 4/2006 - Año 7º
Buenos Aires, abril 12 de 2006.-
Señor Director:
"El 6 del actual me encontraba en la estación de trenes de San Isidro cuando vi ingresar, sin pagar, a un grupo de 100 personas de la Corriente Clasista y Combativa. Luego escuché por los altavoces que los piqueteros debían subir al último vagón del tren, el cual había sido liberado de pasajeros, para que viajaran sólo ellos. Ante este increíble hecho pregunté al gerente de la estación quién había dado las órdenes para esos actos, y la impotente respuesta del gerente fue: «Si no los dejo pasar, me cortan las vías».
"Argentinos: llegamos a un punto de total falta de respeto por el prójimo y a no respetar ninguna regla básica para la convivencia como ciudadanos. Señor Presidente: si usted cree que cortar las vías para poder viajar gratis en tren no es una protesta válida, ¿por qué no hace nada al respecto? Basta, señores piqueteros, ustedes tienen derecho a protestar, pero no el derecho a cortar la vía pública sin una causa válida."
Santiago Aranguren santiagoaranguren@hotmail.com
Estimado sr. Aranguren
Su carta es muy clara, refleja el desborde que sufrimos en Argentina.
Quisiera agregarle que los piketeros tienen derecho de protestar como cualquier otro argentino, pero ni siquiera ello les da derecho a viajar gratis. Ni existe ninguna causa valida para cortar las vías, eso es de incivilizados, o de "revolucionarios nazis, comunistas", como hemos visto en la historia.
Lo que Ud. relato no es una protesta sino una extorsión lisa y llana. Seguramente algún día el concesionario de los trenes podrá pedir un subsidio, o alegar un incumplimiento de la concesión porque ha tenido una perdida llevando piketeros gratis El gobierno sino recibe algo a cambio, digo alguna coima del funcionario firmante, decidirá estatizarla para garantizar que todos argentinos que pagan viajen peor.
En cuanto a su invocación al presidente lamento decepcionarlo, pero creo que Ud. ya lo sabe, Néstor Kirchner es el jefe de la banda, la peor que hemos tenido en muchas décadas.
Cordialmente. Santiago M. Lozano