N ° 2/2006 - Año 7º
Buenos Aires, marzo 10 de 2006.-
Por Jorge Oviedo en LA NACION, marzo 09 de 2006.
El gobierno de Néstor Kirchner fracasó en su intento de frenar con acuerdos la recuperación del valor de la carne vacuna. Tampoco sirvió al intento de escapar de los valores del mercado la sorprendente aftosa, porque el cierre de los mercados externos se circunscribió a la producción correntina. El Presidente eligió entonces una medida fuerte, que sólo puede tener un beneficio inmediato: sostener el éxito de su programa económico y, por lo tanto, de su futuro político.
Se percibe que este año empieza a ser electoral y que Kirchner se siente muy cómodo en ritmo de campaña.
Si esta intervención en los mercados triunfa tendrá el peor de los efectos posibles. Bajará el precio de la carne porque muchos productores sabrán que es mejor abandonar un negocio de altísimo riesgo por su fuerte exposición a los cambiantes humores del Poder Ejecutivo. Pero liquidarán la hacienda y se dedicarán a producir otra cosa. Soja, por ejemplo.
Como marcan las leyes de la oferta y la demanda, forzar precios artificialmente bajos reducirá drásticamente la producción y, a la larga, quienes en la Argentina quieran carne tendrán que pagarla muy cara.
Los que sostengan que eso no puede suceder deben recordar que ya sucedió. A partir de 2001 los productos vacunos en general fueron sorprendentemente baratos y mucho más luego de la devaluación. La reaparición de la aftosa cerró casi todos los mercados de exportación. La demanda, muy inferior a la oferta, forzó la baja de precios y la liquidación de animales.
Cuando la demanda se recuperó, por la mejora del poder adquisitivo de una parte de los argentinos y porque se reabrieron los mercados externos, la oferta fue insuficiente. Lógicamente, subieron los precios.
El país que hizo una terrible devaluación con el argumento de que era necesaria para que fuera negocio exportar, ahora prohíbe vender al extranjero. Y lo hace la misma administración que hasta hace muy poco gastó fondos públicos en promocionar en el exterior el consumo de carne vacuna argentina.
Las actuales condiciones del mercado internacional parecen inmejorables para que la Argentina gane mercados. El Gobierno ha decidido abandonarlos mientras insiste en sus discursos en que quiere reinsertar al país en el mundo, reclama a europeos y estadounidenses que abran sus economías y promete instalar una “marca país”. La medida, además, tiene costo fiscal, ya que sobre las ventas externas de carne se cobran retenciones que enriquecen el superávit.
Muchos analistas consideran que se trata de medidas de corte populista: decirle a la gente que no debe pagar ningún precio más, que va a pagarlo otros. Esos otros son “las corporaciones”.
El Presidente repitió ayer esta especie de profesión de fe al anunciar que intervendría en el mercado de la carne vacuna.
No obstante, esto contradice el hecho de que hay sectores económicos privilegiados a los que se protege para que vendan su producción en el mercado local a precios más altos que los internacionales. Gracias a eso no deben enfrentar la competencia externa y, además, se los exime de impuestos.
Si Kirchner tiene éxito, en pocos años el asado será una tradición brasileña.
Por Jorge Oviedo, en LA NACION, marzo 10 de 2006
"La suspensión de las exportaciones de carne será el costo que deberá pagar ese sector para que el Gobierno consiga sacar la caída de su aliado, Aníbal Ibarra, de la tapa de los diarios. Tal vez todo quede en el anuncio y en unos días en la nada, una vez que frigoríficos y productores se rindan a la presión del Ejecutivo." Así evalúa un empresario el anuncio hecho por Felisa Miceli. "El Presidente dijo que habría medidas, que él no permitiría que los precios subieran. Es una estrategia que hasta ahora le ha dado resultados para mantener una alta popularidad. Desde el punto de vista económico, la medida es espantosa, y si de verdad se aplicara, terminaría por dañar a quienes dice que quiere beneficiar", señaló un consultor.
"El ambiente electoralista no ha desaparecido; todo se disputa como si hubiera elecciones a la vuelta de la esquina; el propio [Roberto] Lavagna advirtió públicamente acerca de los peligros de tomar esta clase de actitudes, pero nadie parece hacerle caso en el Gobierno", señaló el consultor.
Productores y frigoríficos tomaron el anuncio con alarma, aunque no es un detalle menor que ayer no había aparecido ninguna norma que materializara la amenaza.
"El Gobierno a toda costa quiere frenar los precios para mantener su evolución dentro de los parámetros que cree que para la opinión pública son aceptables, es decir, 12 por ciento anual de inflación con nueve por ciento de crecimiento del producto bruto; Kirchner cree que si mantiene la economía en ese ritmo logrará la reelección sin problemas en 2007", explicó un analista. Y agregó: "Lógicamente que si tiene éxito con frenar los precios de los cortes vacunos a costa de suspender la exportación, en el mediano plazo el efecto será terrible. Pero mientras tanto, habrá seis meses de carne baratísima que llevarán a los votantes a creer en el «milagro» kirchnerista".
Parece más probable que el anuncio de Miceli haya sido una amenaza para lograr más concesiones de los sectores involucrados. "El mercado de la carne vacuna está muy segmentado en todos los sectores de la cadena de producción y comercialización, es difícil hacer acuerdos que funcionen. Aquí no hay una empresa que controla la mayor parte de la producción, el procesamiento y la comercialización, como ocurre en otros productos que también inciden mucho en el índice del Indec", detalló el analista. Y además, opinó: "El Gobierno se queja de los mercados concentrados, pero es allí donde se siente más cómodo. Le vienen bárbaro las cadenas donde hay un mandamás con quien arreglar".
Más difícil es ponerse de acuerdo con miles de carniceros distribuidos en todo el país. "Si logran desplomar el valor de la carne, entonces todo aquel que tenga la posibilidad volverá a dedicar los campos a la agricultura y la cantidad de cabezas de ganado volverá a caer dramáticamente. Si se mantuviera la actual política, nunca más podría volverse a exportar en los niveles actuales, porque los precios se dispararían. Sería decir adiós por mucho tiempo a los mercados internacionales y regalárselos a la competencia", opinó el empresario.
"Van a esperar que productores, frigoríficos y supermercados hagan nuevas concesiones, que sea posible armar un acuerdo en la Casa Rosada y sacarse una foto con el Presidente para dejar sin efecto la medida ante lo que llamarán evidentes gestos «de buena voluntad» de los empresarios", dice el analista, que no puede creer que de verdad se suspendan las ventas al exterior hasta septiembre próximo. "Si eso pasa, habrá sido nada más que otro sobresalto causado por el estilo presidencial, pero hay que recordar que las inversiones que tanto necesita la Argentina odian los sobresaltos", explicó.
Se había dispuesto un stand en Barcelona para impulsar las ventas en el mercado europeo.
Por Silvia Pisan, marzo 10 de 2006.
MADRID.- Nunca mejor dicho: les aguaron el asado. La expresión vale para lo que vivió una delegación de exportadores de carne sorprendida por la súbita suspensión de ventas mientras pontificaba sobre las bondades de un "producto único en el mundo" ante potenciales clientes de toda Europa.
"Fue un momento incómodo", sintetizó uno de los convocados en Alimentaria, la mayor feria de la alimentación de España, donde la delegación argentina contó con un stand de 350 metros cuadrados, en el que se montó una degustación con más de 100 kilos de carne. Fue entonces cuando se supo de la decisión adoptada por el gobierno de Néstor Kirchner de suspender las exportaciones del tradicional producto.
El Gobierno había dispuesto la movilización de personal diplomático -y su traslado hacia España- para participar en la promoción de la carne argentina ante un mercado que, en los últimos cinco años, multiplicó el consumo del producto.
"Esto es algo que el consumidor europeo no entiende. No se pueden hacer estas cosas", dijeron otros empresarios.
Mucho más cautos, miembros del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna se esforzaban por ver algo positivo. "Dentro de todo, el hecho de que esto haya ocurrido hoy [por ayer] nos permite al menos dar la cara ante los compradores", dijo a LA NACION uno de sus directivos, Germán Manzano. De lo contrario, la confusión habría sido aún mayor.
Corto alcance y populista
Otros fueron bastante más duros. "Lo que pretende el Gobierno es de corto alcance y populista. Y lo peor es que puede acarrear graves daños no sólo a exportadores e importadores, sino también a la industria frigorífica del país", acotó Jorge Dolegowski, de Food Services Ibérica y representante de la firma Paladín en España.
Anoche, buena parte de los delegados analizaba el baldazo de agua fría sobre un sector que -dijeron- "da trabajo a más de 40.000 personas" distribuidas en frigoríficos y plantas procesadoras de todo el país.
"Nuestro deseo es que las mentes sobre las que cae la tarea de administrar estas medidas tengan luz y sabiduría para hacerlo con eficacia", confió Manzano.
Pero la impresión coincidente era más bien en sentido contrario. Estudios de consumo en poder de la delegación dan cuenta de que "en la Argentina faltan milanesas y sobra lomo", con lo cual, se sostuvo, "limitar las exportaciones de cortes que en nuestro país no se venden no tiene sentido. No sirve".
En esa misma dirección, Manzano sostuvo que una buena salida sería lograr "un mercado integrado" en el que el fomento de la exportación de cortes que "se terminan malvendiendo" en la Argentina sirva para abaratar el precio final de aquellos más específicos de la venta interna. "No es algo novedoso, eso ya lo hacen México y Uruguay", acotó.
Según se comentó a LA NACION, muchos de los delegados vivieron situaciones impensadas. "Hablaba con un empresario irlandés interesado en invertir en una planta de procesamiento en la Argentina cuando, súbitamente, las dudas apuntaron a algo tan básico como si sería o no posible exportar", dijo uno de ellos. Sin restar gravedad al momento, Manzano, en tanto, lo consideró "prematuro" para evaluar el destino de eventuales inversiones futuras. "Yo confío en que el mercado que la Argentina pudo conquistar pueda mantenerse... a pesar de nosotros mismos", reflexionó.
Freno de inversiones
"Yo también creo que es demasiado pronto para hacer evaluaciones. Pero una de nuestras primeras decisiones será frenar inversiones previstas para mejorar plantas procesadoras que tenemos en el país", afirmó Jorge Torelli, de la empresa Mattievich.
Al presidente del Instituto, Arturo Lavallol, le tocó presentar en exposición pública las posibilidades de ese mercado al mismo tiempo en que se conocían las restricciones. "Hizo un esfuerzo por hablar de futuro, más allá de la coyuntura", dijo uno de los asistentes. "Pero ¿podrán exportar o no?", dijo otro.
Buena parte de los delegados tiene pensado regresar al país en las próximas horas. Fue entonces cuando recibieron el segundo baldazo del día: el anuncio de medidas de fuerza en Aerolíneas Argentinas, que paralizaron los vuelos.