N ° 1/2006 - Año 7º
Buenos Aires, febrero 15 de 2006.-
Escribe Mario R.Féliz, Profesor Titular de Química Inorgánica, Investigador Principal de la CICBA, I
Son soldados de cartón
La mayoría de los argentinos asistimos, en condición de sorprendidos testigos, a la guerra desatada contra la instalación de un par de plantas de producción de pulpa de celulosa en la República Oriental, que ya yerguen sus chimeneas sobre las costas del río Uruguay.
Frente a tal hecho, la actitud de las autoridades, entrerrianas y nacionales, ha conducido la controversia a un punto de incomprensible intransigencia.
La preocupación de los pobladores de Gualeguaychú, sobre la aparición de un gran complejo industrial sobre el paisaje local, es comprensible. Esa presencia podría afectar la industria turística y, desde luego, después de la campaña realizada, sobredimensionando las consecuencias del impacto ambiental, seguramente lo hará. Lo sorprendente es el comportamiento de las autoridades provinciales y nacionales que haciendo gala, aparentemente, de falta de liderazgo y “seguidismo de masas” han llevado el asunto al grado de conflicto internacional.
¿Surge la actitud gubernamental argentina, acaso de una sincera preocupación, casi rousseauniana, por la conservación de la naturaleza?
En nuestro país existen unas 10 plantas de producción de celulosa que vierten sus efluentes al río Paraná provenientes de una producción de no menos de 850.000 toneladas anuales de pulpa de celulosa. Estas empresas: Celulosa Campana y Gral. Bermúdez, Papelera del Plata, Wixel, Campanita, Papel Prensa de San Pedro, Iby en Entre Ríos, Andino sobre Santa Fe, Alto Paraná S.A., Piray y Papel Misionero en Misiones; contaminan el Paraná desde hace años. Celulosa Argentina S.A., en su página web, destaca que desde su fundación en 1929, apuesta al país y su gente. Por aquellos años la preocupación por la contaminación ambiental era un tema desconocido.
La presencia de contaminantes provenientes de la planta de Gral. Bermúdez (compuestos orgánicos clorados) ha sido verificada por Greenpeace, según un informe publicado por la organización. Por otra parte, está universalmente probado que, la vieja tecnología aplicada en las plantas argentinas (esencialmente el proceso de blanqueado con gas cloro), es causante de la generación de organoclorados, entre ellos dioxinas de alto grado de toxicidad. Estos productos son arrojados al río desde, al menos, el año 1929. ¿Cómo es posible, entonces, que nuestro gobierno reclame por la posible contaminación que generarían las plantas sobre el Uruguay y al mismo tiempo admita que una decena de empresas argentinas estén contaminando el Paraná y el Rió de la Plata? ¿Cómo es posible que nuestro gobierno reclame al del Uruguay que no construyan las plantas, porque al hacerlo violaría acuerdos internacionales, cuando aquel, a su vez, incumplió acuerdos de provisión de gas que teníamos con Chile, por razones patrióticas? ¡No son el amor por la naturaleza ni el respeto por los tratados internacionales, las musas inspiradoras del comportamiento de nuestras autoridades!.
La provincia de Entre Ríos tiene en su territorio una planta productora de pasta celulósica (Iby, que produce 18.000 TM anuales) y sobre las costas santafecinas del Paraná, frente a la tierra entrerriana hay otras más. Pero, además, esta provincia es una importante productora de madera, de bosques implantados, que destina el 60% de su producción a la elaboración de celulosa y tableros. La vocación ambientalista de su gobernador puede ponerse en tela de juicio, justificadamente.
Sería comprensible la actitud de los políticos municipales que en forma oportunista y por ignorancia (que se empecinan en no subsanar) se suben a la turbulencia irracional. Pero, no se encuentra justificación para el comportamiento del gobernador y de algunos funcionarios nacionales, especialmente, del Ministerio de Relaciones Exteriores.
¿Cómo entender que propulsores del “industrialismo” de las chimeneas se opongan de tal forma, a que el Uruguay lleve a la práctica una política similar? Es probable, que una buena razón fuese que nuestro gobierno estuviera actuando como defensor de la industria “nacional” para que ésta no tuviese la competencia de 1.500.000 toneladas anuales de celulosa, que doblarían la producción nacional, producida por métodos más modernos, aceptados en muchos países (USA, Australia, Chile, algunos países europeos, etc.). Mientras la industria “nacional” tiene patente de corso para contaminar y por lo tanto no perder competitividad. ¿Será esta una política de promoción industrial?
El procedimiento más difundido y moderno para la producción de papel es el denominado Kraft. En este proceso hay dos etapas fundamentales a) Obtención de la pasta cruda (color marrón debido a la lignina) de celulosa, a partir de la cual se fabrican papeles resistentes (corrugado, de embalaje, etc.) b) Blanqueado de la pulpa para obtener papeles de impresión (Entre ellos el papel de diario). En ambas etapas se utilizan productos químicos que son potenciales contaminantes del ambiente.
En la etapa de fabricación de la pasta, los chips de madera se cocinan con hidróxido de sodio (NaOH) y sulfuro de sodio (Na2S). Esta etapa es generadora de sustancias volátiles (forman vapores fácilmente) que contienen azufre [ sulfuro de hidrógeno (H2S) que produce el olor a huevos podridos, y mercaptanos (CH3SH y CH3SCH3)] y que pueden contaminar el aire (malos olores y lluvia ácida producida por el dióxido de azufre (SO2)]. En los modernos molinos Kraft esos vapores y líquidos son recogidos y quemados eliminando todo olor. El NaOH es recuperado durante el proceso.
Los líquidos que se separan de la pasta contienen, además, importante cantidad de compuestos nitrogenados y fosforados (funcionan como los fertilizantes) que al ser arrojados a las aguas producen, en ellas, un descontrolado crecimiento de algas que acarrean una disminución del oxigeno disuelto en el agua (lo cual produce mortandad de peces, etc.). Un fenómeno similar ocurre en algunos lugares de la pampa húmeda debido a los fertilizantes que se utilizan en los cultivos de de la región.
Esos residuos se eliminan por tratamiento biológico que reduce su presencia a cantidades aceptables.
En la segunda etapa, durante el proceso de blanqueado, se destruye e elimina la lignina que es el componente que da color al papel. Este proceso se realiza en varias etapas. En las plantas viejas (las argentinas) la oxidación de la lignina (destrucción) se realiza con Cl2 (cloro gaseoso). Durante el proceso se producen átomos de cloro Cl (cloro elemental activo) que producen, con la materia orgánica presente en la pasta, una gran cantidad de compuestos clorados que son muy tóxicos (entre ellos las dioxinas). En los procesos actuales este blanqueador ha sido sustituido por ClO2. Este, también, es un gas que se produce in situ por reacción de ácido sulfúrico (H2SO4) con clorato de sodio (NaClO3). Tal procedimiento produce una cantidad mucho menor de cloro activo (proceso libre de cloro activo, ECF por su nombre en inglés) y por lo tanto una menor cantidad de organoclorados. Este método de blanqueado es considerado en USA como adecuado para disminuir la cantidad de furanos, dioxinas, etc. en los grandes lagos a niveles no peligrosos. Si la pasta se somete, antes de esta etapa, a un tratamiento de pre-deslignificación con oxígeno, la cantidad de dióxido de cloro necesario en el blanqueado disminuye al punto de que la contaminación por cloro es despreciable.
En Europa (en particular Alemania) se está impulsando el blanqueado usando oxígeno (O2), agua oxigenada (H2O2) y/o ozono (O3). Estos procedimientos hacen que la lignina sea decolorada, pero no destruida. En esas condiciones resulta un papel menos brillante, menos resistente y que se pone amarillo con el tiempo. Además, se presentan otros inconvenientes. El O2 ataca la celulosa disminuyendo el rendimiento, la fabricación de agua oxigenada es costosa, el ozono es corrosivo y poco soluble en agua. Por otra parte la demanda de este tipo de papel es baja. Finalmente, diremos que en el presente aún el 75% del papel producido en Alemania, lo es por el proceso ECF que utiliza dióxido de cloro.
Si las empresas utilizan los procesos descriptos más arriba ( Y según la información brindada por la empresa Botnia sobre sus plantas en Finlandia, lo hacen) nada se puede reprochar al proyecto uruguayo. Sería muy bueno que nuestros gobiernos empezaran a exigir, a las empresas “nacionales” de la industria del papel, el cumplimiento de normas semejantes. Eventualmente, y siguiendo el ejemplo alemán, la conversión podría ser apoyada económicamente por el estado. Sería esta una aceptable política de promoción industrial.
Quizás, aún es posible recuperar aquella Argentina que parece haber visto alguna vez Rubén Darío. Y, en lugar de gritar a nuestros hermanos uruguayos: ¡Cerrad vuestras fábricas!, podríamos gritar al mundo entero con las palabras del poeta:
¡Argentina!¡Argentina
¡Argentina! El sonoro
Viento arrebata la gran voz de oro.
Ase la fuerte diestra la bocina,
Y el pulmón fuerte, bajo los cristales
Del azul, que han vibrado,
Lanza el grito: Oíd mortales,
Oíd el grito sagrado.
Apenas promediaba la segunda semana de enero cuando escribí Guerreros de papel, donde resaltaba que la oposición a las papeleras era infundada, insensata y reaccionaria. En ese momento no había muchas voces que hicieran oír una versión de los hechos diferente de aquella que, aún hoy, es la versión de las autoridades argentinas, locales, provinciales y nacionales. En estos días, sin embargo, solamente veinte más tarde, ya es posible escuchar o leer opiniones autorizadas que sustentan nuestro grito liminar.
Como a Pandora, me queda la esperanza de que el fuego de la verdad sólo deje cenizas de nuestros infaustos guerreros de papel.
La actividad humana, desde siempre, se ha caracterizado por modificar la naturaleza, para obtener a partir de ella aquello que necesita. Esta capacidad le ha permitido, a pesar de su debilidad biológica, sobrevivir y reproducirse hasta llevar la población mundial a alrededor de 6000 millones de almas.
Desde que Prometeo, maestro de la civilización, entregara al hombre el fuego, éste no dejó de pensar, razonar, intuir, crear, transformar la naturaleza. Estableciendo con ésta un nuevo diálogo, desde la libertad, cada vez más conciente de su yo.
Sin embargo, esa libertad, es al mismo tiempo, causa de angustia, inseguridad y miedo. Erich Fromm; quien atribuía el éxito del fascismo al miedo que, las capas medias de la sociedad europea, tenían a la libertad; decía que: “la religión y el nacionalismo, así como cualquier otra costumbre o creencia, por más que sean absurdas o degradantes, siempre que logren unir al individuo con los demás constituyen refugios contra lo que el hombre teme con mayor intensidad: el aislamiento”. Seguramente, este rasgo distintivo del hombre es el que explica que, de tanto en tanto, a veces con alta frecuencia, podamos observar la manipulación de grupos ,más o menos numerosos, (de personas envueltas en movimientos colectivos irracionales, irreflexivos, violentos) por “dirigentes” carismáticos, inescrupulosos. No pocos de personalidad histérica, como Adorno explicaba que era la de los dirigentes fascistas.
¿Podría el “movimiento anti-papeleras” escapar a ese patrón de comportamiento social?.
El gobernador entrerriano nos da una mano para responder la pregunta. Lo hace cuando relata a la prensa, que entre los asambleístas de Gualeguaychú: “Hay algunos que no se animan a decir que les interesaría cambiar el modo de protesta porque tienen miedo de que los acusen de traidores”. ¡Quién fuera sujeto de tal acusación se vería, sin dudas, condenado al aislamiento!
Creo oportuno insertar aquí un comentario casi textual de Adorno : “Algunas personas, en general tuvieron dificultades para entender el efecto de los discursos de Hitler, puesto que sonaban muy poco sinceros, muy poco auténticos, o para decirlo con una palabra alemana, verlogen (mentirosos). Pero es una idea engañosa suponer que la llamada gente común tiene infaliblemente una aptitud especial para lo auténtico y lo sincero. Hitler no atraía a la gente a pesar de sus burdas bufonadas, sino precisamente a causa de ellas, gracias a sus falsos tonos y a sus payasadas”.
Democracia y libertad son conceptos inseparables. No es democrático el sistema donde se impide o dificulta el ejercicio de alguna de las libertades esenciales (de opinión, de pensamiento, de circulación, etc.). No es democracia el país donde la mayoría sojuzga a la minoría, moral o físicamente.
Sin embargo, tampoco hay democracia cuando la minoría se impone a la mayoría por medio de la acción directa. Ambas son forma de ejercicio del poder más allá del derecho y ello es simplemente tiranía .
Se ha querido hacer de la “guerra” contra las papeleras una causa nacional, sin embargo, y a pesar de la evidente complicidad de las autoridades nacionales, aún no lo es, afortunadamente.
Por el contrario, Corrientes y Misiones han criticado fuertemente la actitud del gobernador entrerriano y han resaltado que ellos recibirían con brazos abiertos la instalación de plantas similares en su territorio.
La repercusión económica, de los emprendimientos en cuestión, sobre la economía de la región podría ser muy importante. Un dirigente misionero, además empresario forestal, expresó que la actitud del gobernador entrerriano “atenta contra los intereses argentinos por cuanto no pueden funcionar industrias forestales sustentables, eficientes y competitivas sin el funcionamiento de las plantas celulósicas, pilares fundamentales para desarrollar el sector”.
El clima, creado artificialmente, está frustrando la participación de los cultivadores argentinos como proveedores de madera para las plantas de pasta uruguayas. No se trata sólo de la provisión de rollizos, que implica el talado de árboles, sino de astillas provenientes de otras empresas madereras.
No es, la posibilidad de aportar materia prima, la única pérdida que provoca esta situación. Por el contrario, una política correcta por parte de nuestro país podría, todavía, hacerlo atractivo para la instalación de plantas productoras de papel y otros productos que se elaboran con la pasta de celulosa, que producirán las plantas de la banda oriental.
El desarrollo industrial, dice nuestro gobierno (adicto a las paradojas), es imprescindible para la eliminación de la pobreza. Sin embargo, la ineficiencia para atraer inversiones en el sector hace que nuestro país mantenga su condición de importador de rubros papeleros por unos 500 millones de dólares . Aún peor, que permanezcamos en el atraso que significa cortar árboles y llevarlos a Bahía Blanca para que una planta japonesa los convierta en astillas que son exportadas a España .
Como se ve, los perjuicios que la contaminación visual puede producir a la industria turística gualeguaychense no se compara con los daños que la insensatez oficial ocasiona al resto de la provincia y del país.
El presidente del INTI (Instituto Nacional de Tecnología e Industria), en un reportaje periodístico, ha sido terminante en sus afirmaciones. Ha dicho: “con un control claro del tratamiento de efluentes, la contaminación que producen es irrelevante, no implica ninguna irrupción de productos perjudiciales en el ecosistema”. A su juicio la causa del escándalo político hay que encontrarla en “la falta de información”. De la cual responsabiliza a las empresas. Agregaría que la desinformación se produce, especialmente, por carencia de información fidedigna y por difusión de falsedades.
Este juicio había sido precedido por la opinión del Ingeniero Marcelo Novaresi, quien es coordinador de una de las Unidades del Centro de Investigación de Celulosa y Papel del INTI. Este afirmaba que “el problema es más económico que ecológico”. Por otra parte, en el mismo reportaje, el Dr. en Ciencias de la Madera y Papel Alberto Venica (consultor independiente) sostenía que “mientras se utilice la tecnología adecuada de manera correcta y se controle que estas fábricas cumplan lo que prometieron, no debería haber problemas”. Por último, tenemos el juicio la directora del Programa de Investigación de Celulosa y Papel de la Universidad Nacional de Misiones, la Ingeniero María C. Area quién afirma: “Tras 15 años de estudios, y con los cambios introducidos en el proceso industrial, los niveles de sustancias contaminantes emitidas son mínimos como para dañar la salud o el ambiente”. Y aportaba un dato muy importante. Nos cuenta: “En 1996, el Banco Mundial recomendó el blanqueo de papel TCF (Libre totalmente de cloro), sin embargo, la Convención de Estocolmo validó en 2001 que la tecnología ECF (Las usadas por Botnia y Ence) genera una contaminación similar al proceso TCF”. Este hecho es revelador. Deberíamos recordar que Greenpeace hacía la propuesta de cambiar a TCF. Propuesta aceptada por el gobierno argentino y que fuera calificada por un funcionario uruguayo como tontería.
Siendo estas las opiniones de los expertos argentinos, ¿porqué las conclusiones de la delegación argentina, que participara en el Grupo Técnico de Alto Nivel de la Comisión Binacional de Estudio de Impacto Ambiental son diferentes? ¿Quiénes son los expertos argentinos que participan en el GTAN? ¿Cuáles son sus antecedentes en la materia?
El único nombre que ha trascendido es el de su coordinador, un militante ecologista, quien simultáneamente es Asesor de la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú. Este señor (un “economista ecológico” contratado por la gobernación entrerriana) de antecedentes científicos desconocidos en la materia de contaminación por papeleras, lleva la voz cantante de la parte argentina.
¿Por qué nuestro gobierno, la cancillería y su especialista ambiental no recurrieron a los expertos nacionales para su asesoramiento? ¿Por qué dejaron en mano de truchimanes del ecologismo un dictamen que comprometía seriamente las relaciones con un país amigo?
Pero esto no es todo. ¿Por qué se ignoró la existencia del FREPLATA? . El proyecto binacional, en el que participan más de 150 técnicos y científicos de ambos países, que estudia, desde distintos puntos de vista, el tipo y magnitud de la contaminación del río, así como su origen y consecuencias.
Tal experiencia pudo, todavía puede, haber sido de gran utilidad para asesorar técnicamente en el conflicto y, seguramente, será una buena base para los controles cuando las plantas estén en operación.
Si se hubiese obrado con idoneidad y pensando en los intereses de mediano y largo plazo de todo el país no estaríamos metidos en la absurda realidad del conflicto. Si se hubiese usado toda la maquinaria mediática, que se aplicó a la desinformación, para difundir la verdad quizás estaríamos sólo lidiando con unos pocos fanáticos.
Alrededor del asunto que nos ocupa, revolotearon diversos personajes del integrismo ecologísta. Sin embargo, la más conocida organización es la internacional Greenpeace. Por lo tanto, he creído adecuado escribir unos párrafos para ofrecer un semblante de la organización que, probablemente, más influenció en el accionar de la Cancillería Argentina.
Greenpeace es la más grande organización ambientalista del mundo. Tiene más de 5 millones de adherentes y posee oficinas en más de 20 países.
Una vez, la revista de negocios Forbes describió esta organización como “un negocio hábilmente manejado” con un completo comando de “las herramientas del correo directo y la manipulación de imagen, usando tácticas que serían inmediatamente condenadas si fueran practicadas por corporaciones con fines de lucro”. Sin embargo, aquí y en otros países Greenpeace queda fuera del alcance del escrutinio público oculta detrás de la máscara del estatus de organización sin fines de lucro.
Greenpeace proclama no recibir apoyos económicos de los estados o corporaciones, aunque su lista de sostenedores es secreta. Anualmente publican ingresos y egresos sin detalles del origen de aquellos. Por ellos sabemos que Greenpeace tiene un presupuesto anual que ronda los 150 millones de dólares anuales. Aunque la organización mantiene oculta la lista de sus donantes, entre ellos se encuentran muchas otras fundaciones, también sin fines de lucro. Entre ellas, como muestra podemos mencionar un par de donaciones: El John Merck Fund donó a la organización 50 mil dólares en el año 2000, para la campaña contra la ingeniería genética o Rockefeller Brothers Fund quién aportó a Greenpeace, en 2001, 150 mil dólares para la campaña de agricultura sustentable en China.
A las donaciones se debe agregar los ingresos por “merchandising” y la venta de alimentos orgánicos que reemplazan a los que la organización condena por diversas causas. ( por ejemplo, Lord Meter Melchett, anterior líder de Greenpeace del Reino Unido, es uno de los más grandes productores “orgánicos de Europa )
Es razonable pensar que el green de Greenpeace se refiere al color de los dólares más que al ambiente.
El capítulo local de la organización tenía para 1997 un presupuesto de aproximadamente 1 millón de dólares. La mitad provenían del exterior. ¿Quiénes en la Argentina aportan la otra mitad?
Para Greenpeace de Australia el método de blanqueado que usarán las papeleras de Uruguay (método ECF) es medalla de plata y para los coordinadores de la campaña forestal de Greenpeace en Escandinavia, las diferencias entre los métodos TCF y ECF, en cuanto a sus consecuencias ambientales, son totalmente irrelevantes. Sin embargo, para Greenpeace Argentina las plantas que usan ECF envenenan el ambiente y recomiendan reemplazarlo por le TCF. ¿Qué es lo que incentiva a la organización local a sostener tal posición?
Tal vez, las razones son las que ventila el Dr. Patrick Moore : “ A principio de los de los ochenta, Greenpeace, y gran parte del movimiento ecologista dieron un fuerte giro hacia la izquierda política y comenzaron a adoptar agendas extremistas que abandonaban la ciencia y la lógica a favor de la emoción y el sensacionalismo. Me di cuenta de que el concepto emergente del desarrollo sustentable, la idea de que las prioridades ambiental, social y económica podrían equilibrarse. Me convertí a la idea de que se podrían encontrar soluciones ganadoras juntando a todos los intereses alrededor de la misma mesa”. ..”El movimiento ecologista ha perdido el rumbo, favoreciendo la corrección política por encima de la precisión fáctica, inclinándose a las tácticas de miedo para ganar apoyo. Muchas de las campañas en boga ahora lanzadas en nombre del ambiente darán por resultado, en caso de que tuvieran éxito, un aumento del daño al ambiente y al bienestar humano”.
A pesar de lo dicho, Greenpeace tiene derecho a hacer crecer una margarita en su obligo, si le place. Lo que no puede ocurrir es que estos aventureros impongan a nuestros gobiernos sus delirios y mucho menos sean considerados, por aquellos, “expertos” de consulta.
-Entra a escena el mensajero y, con voz sonora, anuncia que la legislatura de la provincia ha aprobado, por unanimidad, recurrir a la corte internacional.
-Saluda con una inclinación de su cabeza y se retira.
-El Señor, apoltronado en su trono, llama a su canciller y le ordena enviar a La Haya, en forma inmediata, la reclamación del reino.
-Los cortesanos felicitan a su majestad, mientras cae el telón.